Los supervivientes de cáncer pueden tener un mayor riesgo de sufrir otros problemas de salud como consecuencia del tratamiento del cáncer como: obesidad, insuficiencia cardíaca, osteoporosis, hipertensión arterial, endocrinopatías y alteraciones cognitivas. Además, la incidencia de la enfermedad cardiovascular y el cáncer de mama suele aumentar con la edad y es muy común que estas entidades coexistan al momento del diagnóstico. Una vez realizado el diagnóstico, gran número de tratamientos para el cáncer de mama son potencialmente cardiotóxicos, pudiendo causar inconvenientes agudos, subagudos o crónico que impactan en el pronóstico y calidad de vida de las pacientes.
Además, la quimioterapia suele producir un incremento del peso corporal de estas pacientes, lo que puede conllevar un mayor riesgo de recidivas y esta misma quimioterapia junto con la terapia endocrina con inhibidores de la aromatasa se acompañan de una pérdida de fuerza muscular, elevando el riesgo de caídas, y de un mayor riesgo de sufrir otra enfermedad debilitante, la osteoporosis, que se asocia a un significativo aumento de la morbimortalidad en las personas que la padecen.